MI VOZ ARTÍSTICA

No pinto para complacer. Pinto para hablar.

Cada pieza que creo comienza donde terminan las reglas.
Dónde las pinceladas no buscan la perfección, sino la emoción.
Donde no hay espacio para la simetría, porque la vida tampoco la tiene.

Trabajo de adentro hacia afuera.
De lo que pesa, de lo que quema, de lo que no se puede decir en voz alta.
Lo que ves en mis pinturas no es diseño. Es liberación.

No me importa la técnica perfecta.
Utilizo lo que la pintura pida: acrílico, óleo, papel, lienzo, madera, rotuladores, pinceles, espátulas, manos.
Lo que sea necesario para que la pieza respire lo que necesito dejar salir .

No hay líneas limpias, no hay equilibrio impuesto, no hay formas predefinidas.
En mi trabajo se rompen las reglas para que aparezca la verdad.
Cada caricia es una emoción directa.
Cada color, un estado de ánimo.

No intento encajar en ningún estilo.
No estoy aquí para repetir fórmulas.
Quiero que cada pieza tenga su propio pulso.
Ser único. Tener alma.

No quiero que mis cuadros decoren.
Quiero que molesten, que se queden, que hablen.
Si tienes uno, quiero que te sientas parte de algo real.
No es una tendencia. Es una verdad.

Y sobre todo, quiero que un día lo mires —en tu pared, en tu colección—
y piensa:
“¡Qué gran decisión tomé!”
Porque lo que compraste no es sólo un cuadro,
Es peso. Es verdad. Es CID.